Algunos líderes mundiales tuvieron la convicción de que las estructuras sociales serían por sí mismas suficientes para conducir al ser humano, “animal de costumbres”, por senderos de justicia, paz y abundancia. No sería necesario, según ellos, que tuvieran relación alguna con un Dios y un mundo sobrenatural “por ellos mismos inventado”. Todo concepto religioso era considerado como “opio de los pueblos”. Pero la misma Historia, gran baluarte en la concepción materialista del mundo, demostró que las personas tienen un su propia naturaleza la necesidad de relacionarse, de alguna manera, con esa dimensión que va más allá de sus sentidos corporales, es decir, que “no solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt.4.4).  Opuestamente, mientras estos “hombres naturales” (1-Co.2.14) pretenden necesitar para vivir solo de la naturaleza física o material, otros dependen casi totalmente del mundo sobrenatural: Son los religiosos espiritualistas y fantasiosos que permanentemente tientan a Dios demandándole milagros que los exoneren de todo sacrificio por el bienestar individual y colectivo, (Lc.4.9-12). Es la tentación de los que se cruzan de brazos a esperar que Dios lo haga todo sin que a ellos les cueste el más mínimo esfuerzo.

Es importante que al leer el Nuevo Testamento podamos discernir el contexto de los pasajes que hablan del Reino de Dios, para saber si se están refiriendo a éste en su actual etapa de desarrollo, o si se refieren a él en su futura y perfecta plenitud, cuando esté  libre de todos aquellos que sirven de tropiezo, y de los que hacen iniquidad, (Mt 13.41).  Si somos tenidos por dignos del Reino de Dios ( 2-Ts.  1.5) estaremos muy bien en esta vida y para siempre  ( Jn. 4.13-14).; de lo contrario, nuestra calamidad será grande, “ porque no envió Dios a su hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo  sea salvo por él. El que en él cree no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.(Jn.3.17-18)

Quienes comprendemos el evangelio del Reino de DIOS, valorando la importancia que puede llegar a tener este reino por medio de la integración de hecho de sus participantes como el más eficaz medio de que dispone la humanidad para la superación de sus miserias e injusticias debemos predicar el evangelio de Jesucristo, que no es cualquier evangelio; es el evangelio del Reino de Dios. Pero no solo predicarlo, sino desarrollarlo a través de planes, proyectos y programas de los cristianos para los cristianos (Mr. 7.27). Admitamos este sublime gobierno en nuestras vidas individuales y de comunidad, y seremos más que vencedores; porque si Dios está con nosotros, ¿Quién contra nosotros? (Ro 8.31,37)

 

 

  1. POR FAVOR, DEJE SUS COMENTARIOS:

Atención: Los campos marcados con * son obligatorios.

Atención: Los campos marcados con * son obligatorios.