Desobedecer el mandamiento de integración  o unidad, eludiendo la asociación con el pueblo de Dios dizque para evitar problemas, es una actitud hipócrita e irresponsable. En toda asociación eventualmente hay conflictos; pero los cristianos tenemos medios no solo naturales sino sobrenaturales para superarlos; además, en toda asociación hay convenios expresos que son, como en cualquier  empresa, a los que nos debemos sujetar para rendir como buenos elementos de ella.

    El pueblo de Dios bien organizado y con la fortaleza e inspiración del Espíritu Santo, y bien orientado con la Palabra de Verdad  (la Biblia), se constituye en el mejor de los medios que existe para erradicar la miseria espiritual y material de quienes hacen parte de esta santa nación. De manera que si algún creyente requiere unirse o que se le unan personas para fines laborales, deportivos, de convivienda, etc., entonces debe procurar que sean sus propios hermanos en la fe de Jesucristo.

    El individualismo está ligado, NO a los creyentes  “espirituales” (1-Co.3.1; 14.37), sino  a los religiosos espiritualistas y fantasiosos, que todo lo trasladan al campo de lo imaginario, y es defendido no tanto por los ignorantes sino por los “acomodados”, es decir, por aquellos que creen que ya lo tienen todo (Ap.3.17-18), y que los que sufren es porque, a diferencia de ellos, están en pecado.  Es el dedo acusador del Enemigo que nos quiere ver más y más divididos e indiferentes los unos de los otros,  mientras la maldad en el mundo se organiza  y  prospera cada día más.

 

 

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